martes, 3 de agosto de 2010

Tímidamente
contemplo el reflejo
de la luna
en sus pupilas
Arduo trabajo fue
atravesar las pestañas
cual persianas, y
Casi abandonado
intenté
avivar llamaradas
Para evitar
así
el desconsuelo
de las ruinas,
de las sombras,
del paso de nadie
hacia la nada

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